Todos somos culpables por todo y por todos.

Yo soy culpable.

He ganado el premio Nobel

cuarenta y ocho veces

después de gasear a dos millones de judíos.

Me he suicidado

y no creo que importe nada.

Soy Pol Pot

y el apostol Bernabé.

Ayer me rasgué las vestiduras frente al templo

y después me inyecté heroína en el ojo,

cultivos de arañas, miles de arañas,

intravenosos, intramusculares,

intrascendentes.

Soy un engendro,

trabajo en una agencia de modelos,

modelos sociales repugnantes.

Soy el monstruo de Amstetten,

y su hija, que es su nieta y su papel higiénico.

¡Ghandi!

Soy culpable por todo y por todos.

Construí la torre de Babel,
con esclavos sodomitas,
y la derribé con dos aviones
de los hermanos Wright,
tras liderar el éxodo por el mar rojo.

Soy un agricultor de arroz en la Revolución Cultural.
Nací, trabajé y morí de hambre.

Soy un racista gritando en una emisora de Ruanda,
mientras escondo a niños perseguidos bajo mi Sari blanco y azul.
He practicado 850 abortos,
esta mañana,
y tengo la conciencia tranquila,
porque doy todo lo que tengo en limosnas.
Limosnas para todos,
desde el palacio de Ceaucescu,
aquí ya no quedan gitanos,
y he salvado mi alma.
Nuestras almas.
Todas las almas,
después de exterminar malformaciones del feto,
he vendido activos tóxicos
a pensionistas desesperados,
y les he aplicado una muerte digna.
Gracias por este Premio Nobel de la Guerra,
quiero compartirlo con Stalin.
Gracias.
Soy culpable.
Gracias por todo y por todos.

AEdlM