Mente que se llena de ruidos con formas de insecto omnívoro, capaz de comer cualquier superficie facial independientemente de su grado de hipocresía, incluso llegando a la autofagia en los casos más comprometidos con el medio ambiente sin que el gobierno de la nave sea discutido por los miembros de una tripulación que han entrado en un periodo de decadencia creativa, cercano al manierismo postmoderno inaugurado por Milosevic en los campos de castilla, en la casilla de salida del juego de sillas de la vida de los niños que se quedaron de pie cuando sonó el disparo de las pistolas de los otros niños recién emergidos de las profundidades del humor vítreo, sólo accesibles a la mente que no se corrompe sin motivo aparente y que prefiere situarse en una actitud abstemia con respecto al derribo moral oral al que se somete una sociedad sana cuando llega a serlo para volver a las raíces y morderlas y rumiarlas poco a poco hasta que el peso de sus ministerios cae sobre su propia espalda y columna vertebral, fragmentándola en innumerables movimientos cívicos sin más esperanza que la desesperación de los que siguen viendo sin ayuda de los estupefacientes de montura ligera, alforjas vacías y cristales que no reflejan ni siquiera los espejos de cartón de las bóvedas construidas a base de huesos de mutantes que sirven para alimentar a peces gigantes, base de los piensos que más tarde se reparten como ayuda humanitaria en los centros financieros del mundo anabolizado que se caracteriza por su religiosidad de saliva con PH neutro, segregada por un cuerpo que sólo tiene un motor llamado trombo pulmonar y que termina con las esperanzas de la mente que no se ha disuelto aún en el caldo de goma de borrar cerebros con alianzas que perduran durante los siglos en la mirada de algunos niños que no han necesitado el cine para descubrir que sus manos son capaces de estrujar el fruto y recoger el zumo de las entrañas de las viudas por causa de la paz mundial que no ha podido devolver a la integridad uno solo de los puentes que antiguamente colgaban sobre el río de agua salada que consiguieron invertir hasta el centro de gravedad de la tierra donde tuvieron que refugiarse los filisteos pensando que no serían vistos ni escuchados jamás después de reír tanta sangre que los pulmones tuvieron que ser trasplantados por glándulas sudoríparas, y jamás dudaron un instante el auténtico significado de la democracia que formularon los antepasados justo en el segundo anterior a suicidare con una cometa al viento.

AEdlM