Mano siniestra
que no traspase,
que no se atreva.
Al manto blanco
de piel retina,
de luz perfecta.
Que no marchite,
que no aletheia,
que no mate mi niñez.

A la certeza,
a mi redención,
al padre pródigo.
Al regalo inicuo
por sufrir de gracias,
de injusticia ajena.

Mano corrupta
que no se atreva.
A la yema surgida en la grieta seca,
milagrosa.
Al fruto imprevisto,
en terreno muerto,
que augura bonanza,
que trae cosecha.

Al don de hielo,
a mi anástasis,
a los ojos que miran
recién formados,
por fin sinceros,
que me sacian la sed.

Déjala.
Deja que crezca,
no mates,
muere por ella.

AEdlM