Ayer fue martes, y mañana enero. Hace siete años que fue hoy en Abisinia y siguen llorando los mismos ministros del hambre que no fluye en el río más seco por culpa de siempre. Siempre es así aunque se llamen Atila o arrastren la cruz en lugar de abrazarla. La bola del mundo se oxida a diario por culpa del hombre que azota al hombre desprendido de sus huellas dactilares, el mismo que haría lo mismo a cualquier otro que se le pareciera, si pudiera, el mismo que azota, que se pega a sí mismo en el cuerpo de otro que no es más culpable o suburbio que su propio agresor. ¿Quién tiene la culpa, quien mata o quien muere a manos de? Pobre genocidio. ¿Quién se humilla más? Pobre pobre. Tu perversión es tu herencia y tus ojos azules de tu madre de color negro, que se empeñó en amarte más de lo que debía, más de lo que tú querías; y tus heridas son su culpa fortuita y negligente. Mi película favorita dura 90 minutos, pero en el 15 se apaga el televisor. Por eso es es mi favorita. Y ojalá se fuera la luz durante 3 años seguidos sin seguridad social, ni placebos, ni dolores de cabeza, ni labios morados pintados, ni chaquetas colgando del perchero, ni mesas de vidrio templado, ni made in Monrovia, ni azul turquesa que pica en los ojos abiertos bajo el agua que alimenta las plantas bajo-tierra como una hemorragia ocular, ni ese de ahí, ni la música que nos gusta a todos juntos y odiamos por separado del cordón umbilical que nos mantiene muertos, ni el vientre del camello jorobado, la gárgola o el viaje de placer, ni la piel que se cuartea por falta de crema solar, ni el sistema solar, ni el eclipse, ni la moda, ni el recuerdo de aquel día que ya fue perdonado en balde por quien no debía perdonar porque fue víctima colateral de la auténtica víctima de un amor mal amado, ni palabras que merezcan la pena. Y la película termina en el minuto 90 porque el espectador sigue frente al televisor mirando al vacío, cumpliendo los plazos. Y entonces todos querrán besar sin fin el mismo punto espacial, la misma coordenada estática, el mismo centro excéntrico, y todos correrán durante meses para llegar y besar, y no todos podrán besar el mismo punto, nadie podrá besarlo en realidad, y habrá luchas amables, guerras por besar un único punto, una catástrofe de miembros humanos condensados alrededor de una nada tan sólida que colapsará, y todos los hombres y mujeres y maniquíes del mundo formarán un satélite del mismo mundo, y todo será tan denso y compacto que terminará por convertirse en agujero negro, una partícula infinitamente cargada de seres humanos dentro del mismo punto espacial que será el resumen de lo que somos todos juntos: una mota de polvo.
AEdlM
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